Me siento perdida y de lo que veo y oigo entiendo sólo la mitad. Ya pasaron veinte minutos de la obra y todavía no se hacia donde va. Sólo sé que hay tres hombres conversando y filosofando, sólo sé que son "tres filósofos con bigotes" .
Media hora antes me encuentro esperando, junto con algunos compañeros, en la puerta del teatro Sarmiento para entrar en el mismo. Algunos ingresamos al pequeño hall del teatro. En el lugar a la izquierda está la ventanilla para comprar las entradas, a la derecha hay tres asientos que ya están ocupados y mas al fondo hay tres puertas separadas, una de ellas será por la que ingresaremos más tarde a la sala. También hay un cuadro con las fotografías de los protagonistas de las obras o "biodramas", que es como las llaman acá porque son historias reales representadas por sus mismos protagonistas, es decir que los "actores" no solo cuentan una historia sino que cuentan sus propia historia. "Somos interpretes, no actores, representamos en la obra lo que somos en la vida real, yo soy filósofo. La carta que leí de mi padre hacia mi madre es real. Las historias que contamos los tres son propias de nuestra vida" nos contará más tarde Leonardo, uno de los filósofos con bigotes y el más joven del trío.
20.55 hs. Un empleado del teatro nos indica que ya podemos ingresar, vamos todos en fila y conversando en voz baja, sabemos que nos espera una obra de teatro poco convencional, pero yo no imaginaba nada de lo que al final ocurrió. Cuando entramos la situación me descolocó , ingresamos por lo que sería es escenario y los actores/interpretes ya estaban en pleno diálogo. Uno de mis compañeros me indica que nos sentemos en el fondo en la última fila, osea en la tercera, le hago caso y ahí nos sentaremos todos los alumnos del taller de escritura.
Los filósofos hablan, intercambian y proponen teorías sobre el pensamiento y la razón mientras lanzan flechas a un blanco. Sigo sin entender mucho. Lo que me llama la atención es la escasa escenografía y el reloj de pared que marca la misma hora que el mío, 21 horas. transcurre la obra y alguna de las personas del público se ríen, hasta se escuchan sus carcajadas, le pregunto a Juan Pablo que esta a mi lado "¿de qué se ríen?" porque si hubo un chiste a mi me paso por al lado.
Ya pasaron veinte minutos y todavía no sé hacia donde va... Pasaron cuarenta minutos y sigo igual. En estos momentos me arrepiento de no haber rendido filosofía, haber realizado la materia me habría sacado de esta ignorancia que no me permite que entienda la obra y que me hace verla como un acertijo todo el tiempo.
Los tres filósofos parados en el centro del escenario con una manzana en la cabeza y el apagón nos indica el final. Hay aplausos y luego una invitación a compartir una picada "temática". Volvemos a pasar por otra puerta y otra vez la imagen que veo no concuerda con lo imaginado, en el lugar de los salamines y las papas fritas hay pan árabe , aceitunas negras, dátiles, pescado y una salsa con apariencia buena y un gusto a ceniza horrible, además para beber hay vino tinto o té de menta frío. Todo esta colocado en una mesa con un mantel negro que se encuentra en el medio de una habitación que parece ser el depósito de la escenografía. Me olvidé que era temática, me encuentro frente a una picada griega. Con mis compañeros aprovechamos el momento para hablar para con Leonardo y porque no, para probar algo diferente.
22.20 hs. Llegó el momento de volver, salimos todos juntos pero cada uno toma un camino distinto para llegar a casa. En mi vuelta y en mis pensamientos sigo reprochándome por no haber cursado filosofía.
1 comentario:
Me gústo mucho tu crónica.Tenes una forma de contar las cosas simple y clara y eso es bueno.
Juampi !
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